ESG es una fachada verde para las corporaciones. Diseñemos una calificación de código abierto que mida el impacto real

En el mundo de la informática y los negocios, estamos acostumbrados a medirlo todo: rendimiento, conversión, tiempo de actividad. Pero, ¿cómo se mide el impacto real de una empresa en el mundo? El acrónimo ESG (Ambiental, Social y de Gobernanza) intenta responder a esta pregunta. La idea es noble: evaluar una empresa no solo por sus beneficios, sino por su contribución al medio ambiente, la sociedad y la calidad de la gobernanza.
El problema es que el ESG ha pasado de ser una herramienta a un arma de marketing. Las empresas gastan millones en informes brillantes que a menudo ocultan la verdadera situación. Este fenómeno se conoce como «greenwashing».
En este artículo, propongo que deconstruyamos los enfoques existentes y esbocemos un concepto para un sistema de calificación alternativo y de código abierto, que en nuestro proyecto, Civethica, llamamos una calificación ética sistémica. El objetivo es medir la contribución sistémica real, no solo las palabras.
1. Análisis de las calificaciones existentes (ESG y similares): Por qué la brújula está rota
El mercado está dominado por unos pocos grandes actores: MSCI, Sustainalytics, Bloomberg ESG. Sus metodologías generalmente se reducen a unos pocos enfoques clave:
- Análisis de informes no financieros: Las empresas rellenan encuestas y proporcionan informes de sostenibilidad ellas mismas.
- Evaluación de políticas internas: La calificación comprueba si una empresa tiene políticas para reducir las emisiones, promover la igualdad de género o luchar contra la corrupción.
- Monitorización de medios: Los algoritmos rastrean las menciones de la empresa en los medios para identificar escándalos.
Suena bien sobre el papel, pero en la práctica, este sistema crea varios defectos fundamentales.
2. Defectos del sistema: Greenwashing, cajas negras y conflictos de intereses
El motor del greenwashing. Cuando una evaluación depende de la autodeclaración, el ganador no es el que se preocupa genuinamente por el planeta, sino el que tiene el mejor departamento de relaciones públicas. Una empresa puede talar bosques en un país y, al mismo tiempo, obtener las mejores notas por plantar árboles en un parque cerca de su sede.
Falta de transparencia (la «caja negra»). Para la mayoría de las agencias, las metodologías de calificación son un secreto comercial. Es imposible entender por qué una empresa recibió una calificación de «A» y otra de «B». Para la comunidad de TI, que valora la apertura, esto no tiene sentido.
Conflicto de intereses. Las agencias de calificación a menudo reciben pagos de las mismas empresas que evalúan. Esto crea una presión obvia para asignar calificaciones que no ahuyenten al cliente.
La paradoja del «bueno contra el malo». Los sistemas existentes no evalúan el núcleo del negocio. Una empresa tabacalera puede lograr una alta calificación ESG a través del reciclaje eficiente de colillas y una política de contratación inclusiva. Pero su producto principal sigue matando gente. El sistema evalúa *cómo* se hace algo, pero ignora *qué* se está haciendo.
3. La necesidad de estándares éticos: De los procesos a la contribución sistémica
Para solucionar esto, debemos cambiar nuestro enfoque de los procesos internos de una empresa a su contribución sistémica externa. No se trata de cuántas políticas bonitas se han escrito, sino de si las actividades de la empresa han hecho el mundo más sano, más estable y más limpio.
Proponemos evaluar las empresas en función de dos ciclos clave:
- El ciclo de creación de valor: ¿Qué produce la empresa y cómo? ¿Su producto aporta beneficios o perjuicios? ¿Cuáles son los costes medioambientales y sociales de su producción?
- El ciclo de distribución de valor: ¿A dónde van los beneficios y la influencia de la empresa? ¿Financia a partidos políticos que incitan al conflicto? ¿Utiliza cuentas en paraísos fiscales para evitar impuestos? ¿Participa en guerras de información?
Esto cambia fundamentalmente el enfoque: un productor de yogur ecológico que patrocina campañas de desinformación recibiría una calificación profundamente negativa en nuestro sistema.
4. ¿De dónde sacar los datos? Una arquitectura de recopilación de datos
Desde un punto de vista técnico, esta es la pregunta más desafiante e interesante. La información para tal calificación debe provenir de una multitud de fuentes abiertas y alternativas. Nuestro concepto implica la creación de un sistema agregador que funcione con los siguientes tipos de datos:
- Datos públicos: Informes financieros (p. ej., archivos de la SEC), comunicados de prensa corporativos e informes oficiales de sostenibilidad. Son importantes, pero deben analizarse con ojo crítico en busca de sesgos.
- Datos alternativos (Alt-data):
- Análisis de medios: Análisis de medios de comunicación de todo el mundo, utilizando modelos de PNL para analizar el sentimiento de las publicaciones e identificar escándalos e iniciativas positivas.
- Informes de ONG y activistas: Datos de organizaciones como Amnistía Internacional, Greenpeace y Human Rights Watch sobre violaciones de derechos humanos, daños medioambientales, etc.
- Bases de datos gubernamentales y legales: Registros de lobistas (como OpenSecrets en EE. UU.), casos judiciales, datos fiscales (cuando estén disponibles) y listas de sanciones.
- Datos geoespaciales: Análisis de imágenes por satélite para rastrear la deforestación, los derrames de petróleo o las emisiones industriales (proyectos como Climate TRACE).
- Crowdsourcing: Información verificada por la comunidad de empleados, residentes locales y expertos (utilizando un modelo similar a Wikipedia, con una estricta moderación y verificación de hechos).
5. ¿Cómo implementarlo? El mecanismo de evaluación y el código abierto
Una simple escala de la A a la F no funcionará aquí. El sistema debe ser multidimensional.
- Coeficientes ponderados: La tarea más difícil es determinar el peso de cada criterio. ¿Cómo se compara una tonelada de emisiones de CO₂ con un caso de trabajo infantil? Este modelo debe ser objeto de un debate científico y público abierto.
- Separación de las contribuciones positivas y negativas: Una empresa puede hacer cosas buenas y malas simultáneamente. Por lo tanto, es lógico tener dos puntuaciones independientes: un Índice de Creación y un Índice de Destrucción. Esto proporciona una imagen más honesta.
- Apertura total (Código abierto): Toda la metodología, los algoritmos de puntuación, los analizadores y el código fuente deben publicarse en GitHub. Cualquiera debería poder verificar una calificación o sugerir una mejora.
6. El efecto esperado: De la manipulación a la elección consciente
La implementación de una calificación tan transparente y sistémica podría desencadenar una reacción en cadena:
- Los inversores obtendrán una herramienta para la inversión de impacto genuina, no solo para comprar indulgencias.
- Los consumidores podrán tomar decisiones basadas en valores reales, no solo en el marketing.
- Los empleados (especialmente en TI) podrán elegir empleadores cuyas misiones se alineen con su conciencia.
- Las empresas recibirán comentarios honestos y una hoja de ruta para una mejora real, no solo para escribir otro informe.
Conclusión
El sistema de evaluación económica existente está obsoleto. Fomenta la simulación de la responsabilidad en lugar de la responsabilidad misma. Creemos que crear una herramienta de evaluación abierta, honesta y sistémica es un desafío digno de la comunidad de TI.
¿Tiene ideas u objeciones?
Discuta este y otros conceptos en nuestra comunidad.
Únase a la discusión